Historia

      APUNTES A LA HISTORIA DE LOS BOLOS EN ALAVA
      DE LOS COMIENZOS HASTA 1991

      El juego de bolos ha sido tradicionalmente uno de los divertimentos principales para los alaveses y representa un elemento de fusión entre nuestro pasado y el presente.

      Existen pruebas documentales que demuestran que ya se practicaba ampliamente allá por el siglo XV y XVI. Se consolidó en el XVII y se extendió durante los siglos XIX y XX por toda la provincia. Es uno de los pocos deportes que fue considerado como tal durante el siglo pasado. Había boleras en casi todas las aldeas, y en el caso concreto de la capital y sus alrededores eran muy concurridas las de Durana, la de la calle San Antonio, la de la calle Francia y las ubicadas en los pueblos cercanos de Betoño, Armentia y Gamarra.

      Los libros de nuestras iglesias han dejado constancia del juego de bolos, consignando datos sobre alquiler de boleras, normas para el juego y reprimendas de los párrocos por molestar el rezo de vísperas los bolaris que practicaban su juego favorito en lugares próximos a las iglesias. De todo ello dan fe los archivos del investigador Gerardo López de Guereñu Galarraga.

      En estos recintos los vecinos del lugar dirimían el precio de las consumiciones, generalmente en domingos o festivos, mientras los aldeanos, muy diestros en el juego, cruzaban fuertes apuestas, sobre todo en los días de mercado, llegando algunos incluso a jugarse hasta el dinero conseguido en la venta o las reses recién adquiridas.

      Hace apenas unas décadas, en cualquier localidad alavesa, ya sea en las proximidades de la iglesia, ayuntamiento, taberna o sidrería del lugar, había un juego de bolos («jobolos», «carrejo», «cas de los bolos», bolatoki» en mejor o peor estado.

      Los pueblos recurrían a cualquier medio para conseguir su propia bolera. Era usual, por ejemplo, solicitar permiso a las autoridades por parte de los alcaldes, para talar un número determinado de árboles y con su madera levantar el recinto. Otras veces se pedía directamente el maderamen o el terreno, o bien se destinaban restos de propiedades locales (ayuntamiento, escuelas), para la creación del terreno de juego.

      Los ayuntamientos arrendaban a particulares los juegos de bolos para su explotación y mejora. Había instalaciones que servían como complemento de un negocio, un bar, una sidrería o un merendero.

      Los propietarios colaboraban con las arcas provinciales mediante la denominada contribución industrial que creaba muchos problemas a las autoridades para ser cobrada.

      Cada zona de Alava ha conservado sus propias peculiaridades en cuanto al sistema de juego, tanto en lo que se refiere a la disposición del terreno de juego como a las reglas de funcionamiento. Para conocer con amplitud estos aspectos, es imprescindible la lectura del estudio de investigación realizado por Joaquín Jiménez, titulado «El juego de bolos en Alava», editado por el departamento de Cultura de la Diputación Foral de Alava en 1970.

      Las distintas modalidades pueden clasificarse en función de la localización de la tabla, guía o loma sobre la que rueda la bola o se colocan los bolos. Entre las boleras con loma central hay que señalar el juego de palma de tres y el juego de palma de cuatro. El primero distingue, a su vez, el sistema «ribereño», que se practicaba en tierras de Ribera Baja, Zambrana, Santa Cruz del Fierro, Salinillas de Buradón e incluso en Samaniego, y el estilo «berantevillés» propio de la zona de Berantevilla, Armiñón y Estavillo.

      En cuanto al juego de palma de cuatro que por ser el más extendido en Alava se le conoce también como «de la llanada» o más popularmente como «bolo alavés», se jugaba inicialmente en La Llanada, tierras de Cuartango, Araya, Santa Cruz de Campezo, Cigoitia, Zuya y Villarreal.

      Respecto a las boleras con loma lateral se cuentan modalidades como el juego de tres «aramaiotarra» practicado en el Valle de Aramayona, el juego de palma a remonte barrundiatarra (Barrundia) y el «juego de palma salinero» de Salinas de Añana.

      En cuanto a las boleras con sendas guías o tablas donde se colocan los bolos o «txirlas» destacan las modalidades del «juego de nueve gobiotarra» (típico de la zona de Valdegobía), el «juego de nueve losino», que corresponde a la actual modalidad de «tres tablones», apreciándose su práctica en los núcleos alaveses cercanos como Valderejo, Fresneda, etc. y el «juego de nueve ayalés» que no es otro que el bola-toki que se practica en todo el País Vasco y dentro de Alava, especialmente en el Valle de Ayala.

      Otra modalidad, ahora desaparecida, es la denominada «juego de manillas riojano», utilizado para la apuesta más que para la distracción.

      CAMPEONATOS
      Pronto se celebraron en torno al juego de bolos numerosas competiciones y torneos, generalmente coincidiendo con las fiestas religiosas de cada localidad, y de entre las cuales cabe citar por su renombre los celebrados en Vitoria, Laguardia, Llodio, Amurrio, Gurendez, Bóveda, Villanueva de Valdegobía y Salinas de Añana.

      El domingo 12 de agosto de 1945 se celebró en la Plazo del Ganado de Vitoria el I Campeonato de Bolos de Alava. Fue la Caja de Ahorros Municipal de Vitoria la entidad organizadora de aquel acontecimiento.

      Aquel campeonato ganado por Pedro Sagredo de Pobes, nació como fruto maduro de una saludable inquietud expresada a través del juego de bolos. Como diría el directivo Angel Loza Berasategui, las fiestas patronales de Vitoria eran el mejor escenario para darle la dimensión adecuada a aquel deporte tan arraigado en la sociedad alavesa.

      Las pruebas fueron un éxito de público y participantes y la CAM supo interpretar la voluntad popular con su decidido apoyo a la competición anual.

      El Torneo consiguió la revitalización de la vieja tradición impregnada ahora de un carácter puramente deportivo, lejos de apuestas y disputas de haciendas como sucedía hasta entonces. La Caja y personas como Angel Loza Berasategui, verdadero adalid del juego de los bolos, han aunado esfuerzos para la mejora y difusión de este deporte desde aquel primer campeonato. Tres años después, al torneo acudieron 320 tiradores, una demostración de la extensión de esta actividad.

      El I Campeonato Provincial de Bolos, organizado por la Delegación Provincial de Educación y Descanso, tuvo lugar en 1947. De sus ganadores salieron los seleccionados alaveses que participaron en el primer Campeonato estatal de la modalidad.

      LA FEDERACIÓN
      A pesar de la pujanza y el arraigo de este deporte, la Federación Alavesa de Bolos no fue creada hasta 1965. Es algo que se ha repetido también con los deportes rurales, a causa precisamente de su difícil encaje en la actividad deportiva moderna.

      El primer presidente de la Federación fue José Ruiz Infante, quien ocupó el cargo desde 1965 a 1970. Le sucedió el actual presidente Isidro López de Arechavaleta, el más veterano presidente de las federaciones alavesas acompañado durante muchos años por Angel Losa Berasategui como como secretario de la federación.

      Esta Federación aglutina en primer lugar la modalidad de tres tablones. Más tarde acceden a la misma el bola-toki, el bowling, el bolo burgalés, pasabolo y calva. La Federación ocupó en un principio locales de la propia Caja Municipal hasta su traspaso a la antigua Casa del Deporte sita en la calle Ramiro de Maeztu.

      La organización de torneos y la construcción de nuevas boleras fueron aspectos promovidos por la Federación. Una mención especial merece la eficaz labor del padre Jesús Gómez de Cortazar en el Colegio Corazonistas, durante los años sesenta y setenta. Más de 130 jóvenes cada año, conocieron de cerca este deporte gracias a su afán por promocionarlo entre las nuevas generaciones.

      EL TORNEO INTERPUEBLOS DE LA MODALIDAD ALAVESA
      Si ha existido un torneo que haya reactivado la afición a los bolos de los alaveses es sin duda el Campeonato Interpueblos, patrocinado desde su origen por la Caja de Ahorros Municipal de Vitoria y la Diputación Foral de Alava. Este torneo nacido en 1977 ha convertido la modalidad alavesa en mayoritaria, al tiempo que su éxito de participación ha servido de acicate para la reforma, la rehabilitación, la mejora o el recubrimiento de muchas boleras.

      Antonio Susaeta, José Díaz de Marigorta, Santiago Fernández, Elias Isasi, José Anda y Francisco Lausín, han sido directivos destacados de esta variante que ha arrinconado a otras. La sede de esta modalidad ha pasado del «Centro Obrero Católico» al Centro socio-cultural «El Campillo» y posteriormente a la bolera de «la Brullería».

      El palmarés de este importante torneo está encabezado por el equipo de Mendiguren que ganó en 1977, 1985 y 1986. Buruaga fue campeón en el 81 y en el 83 y Ariñez en el 84 y el 90. Los demás pueblos sólo han podido ganar una vez. Vitoria en el 78; Apodaca en el 79; Elburgo en el 80; Etxabarri Viña en 82; Urrunaga en 87; Abecia en el 88; Arroyabe en el 89 y Subijana Morillas en 91.

      En la edición de 1991 se inscribieron 68 equipos que representaban a 48 localidades con 500 bolaris participantes. En 1992 se celebró el XVI Torneo Interpueblos que contó con la participación de 24 equipos de la Cuadrilla de Zuia; 15 de Añana; 36 de Vitoria y 7 equipos de la Cuadrilla de Salvatierra. En total 82 equipos. Una mayor operatividad ha obligado a agrupar a todos los participantes en el Club Araba que ha llegado a contar con 1.000 licencias. Constatada la numerosa presencia de infantiles y féminas en las distintas competiciones hacen augurar un buen futuro a esta modalidad deportiva.